Por: ISMAEL BERMUDEZ
Todo movimiento revolucionario consistente deberá partir del legado de Trotski, afirma J-J Marie, autor de una ambiciosa biografía sobre el teórico de "la revolución permanente". Aquí, un análisis en presente de sus ideas y sus profecías sobre el capitalismo.La obra de Jean-Jacques Marie es la última de una serie de grandes biografías del revolucionario "sin fronteras". La primera (Mi vida) fue escrita por el propio Trotski en 1929 ya deportado de la URSS. La segunda obra es la de Victor Serge (Vida y muerte de Trotski) a fines de la década del 40. Le siguió la Trilogía de Isaac Deutscher en los 50, y más recien¬temente, la cuarta, del historiador Pierre Broué. Las de Deutscher y Broué son biografías monumentales que se beneficiaron, la primera, de la apertura parcial de los archivos de Trotski depositados en la Universidad de Harvard, gracias a una autorización de Natalia Sedova, la mujer de Trotski, y de la apertura definitiva de esos archivos, una vez transcurrido el tiempo establecido por el propio Trotski. En Trotski. Revolucionario sin fronteras, J-J Marie añade un trabajo de investigación en los archivos rusos, parcialmente abiertos a los estudiosos.Todas estas biografías han estado condicionadas al marco de la época en que fueron escritas. Eso es claro para la autobiografía, un tremendo instrumento político-literario de defensa del programa internacionalista de la Revolución de Octubre, contra el "socialismo en un solo país, y del papel que jugó su autor en la teoría y en la práctica. Lo mismo ocurre, incluso con un mayor énfasis en el opus de Deutscher, para quien Trotski fue "un profeta desarmado" y Stalin el ejecutor práctico de esa profecía. Es relativamente poco conocida la condena de Deutscher, en la revis¬ta Le Temps Modernes, del levan¬tamiento obrero contra el ejército soviético, en 1953, en tanto veía a éste y no a aquellos, como los por¬tadores de la extensión mundial de la Revolución de Octubre. Un general ruso, E. Volkof, incursionó también, hace una década, en un libelo biográfico, con el evidente propósito de desalojar el legado de Trotski como una alternativa a la perestroika y al restablecimiento del capitalismo.Como conclusión política de su labor biográfica, J-J Marie plantea que la "continuidad revolucionaria", abandonada por comunistas y socialistas, está encarnada en el trotskismo y sus seguidores. Obviamente, se trata de una falacia, pues para eso no alcanza una biografía de Trotski: habría que escribir otro libro que demuestre que los seguidores operan, realmente, en la misma escala histórica de su líder. Lo que se desprende de la biografía es una conclusión de otro alcance: que cualquier movimiento revolucionario consistente, en la actualidad, deberá partir del legado teórico-práctico de Trotski, que para J-J Marie se resume en el programa de la IV Internacional. Ninguna teoría ni programa posteriores o contemporáneos, como sería, por caso, el "socialismo del siglo XXI", integra el conjunto de las contradicciones del capitalismo contemporáneo en una totalidad. Los socialismos indigenista, bolivariano o islámico constituyen una regresión teórica e histórica hacia el particularismo. En realidad, la reivindicación de la "continuidad revolucionaria" del trotskismo, como una recuperación de teoría y de práctica, colisiona con la evidente crisis del trotskismo, que no se reduce a su fragmentación. Trotski fue precisa¬mente quien advirtió que, si bien sus pronósticos triunfaban sobre el de sus adversarios, lo hacían por el lado negativo, o sea por sucesivas derrotas de la clase obrera. Así, la burocratización triunfaba sobre la revolución permanente; o el restablecimiento del capitalismo derrotaba a la alternativa de una revolución que restableciera los principios de un régimen de democracia socialista.
Todo movimiento revolucionario consistente deberá partir del legado de Trotski, afirma J-J Marie, autor de una ambiciosa biografía sobre el teórico de "la revolución permanente". Aquí, un análisis en presente de sus ideas y sus profecías sobre el capitalismo.La obra de Jean-Jacques Marie es la última de una serie de grandes biografías del revolucionario "sin fronteras". La primera (Mi vida) fue escrita por el propio Trotski en 1929 ya deportado de la URSS. La segunda obra es la de Victor Serge (Vida y muerte de Trotski) a fines de la década del 40. Le siguió la Trilogía de Isaac Deutscher en los 50, y más recien¬temente, la cuarta, del historiador Pierre Broué. Las de Deutscher y Broué son biografías monumentales que se beneficiaron, la primera, de la apertura parcial de los archivos de Trotski depositados en la Universidad de Harvard, gracias a una autorización de Natalia Sedova, la mujer de Trotski, y de la apertura definitiva de esos archivos, una vez transcurrido el tiempo establecido por el propio Trotski. En Trotski. Revolucionario sin fronteras, J-J Marie añade un trabajo de investigación en los archivos rusos, parcialmente abiertos a los estudiosos.Todas estas biografías han estado condicionadas al marco de la época en que fueron escritas. Eso es claro para la autobiografía, un tremendo instrumento político-literario de defensa del programa internacionalista de la Revolución de Octubre, contra el "socialismo en un solo país, y del papel que jugó su autor en la teoría y en la práctica. Lo mismo ocurre, incluso con un mayor énfasis en el opus de Deutscher, para quien Trotski fue "un profeta desarmado" y Stalin el ejecutor práctico de esa profecía. Es relativamente poco conocida la condena de Deutscher, en la revis¬ta Le Temps Modernes, del levan¬tamiento obrero contra el ejército soviético, en 1953, en tanto veía a éste y no a aquellos, como los por¬tadores de la extensión mundial de la Revolución de Octubre. Un general ruso, E. Volkof, incursionó también, hace una década, en un libelo biográfico, con el evidente propósito de desalojar el legado de Trotski como una alternativa a la perestroika y al restablecimiento del capitalismo.Como conclusión política de su labor biográfica, J-J Marie plantea que la "continuidad revolucionaria", abandonada por comunistas y socialistas, está encarnada en el trotskismo y sus seguidores. Obviamente, se trata de una falacia, pues para eso no alcanza una biografía de Trotski: habría que escribir otro libro que demuestre que los seguidores operan, realmente, en la misma escala histórica de su líder. Lo que se desprende de la biografía es una conclusión de otro alcance: que cualquier movimiento revolucionario consistente, en la actualidad, deberá partir del legado teórico-práctico de Trotski, que para J-J Marie se resume en el programa de la IV Internacional. Ninguna teoría ni programa posteriores o contemporáneos, como sería, por caso, el "socialismo del siglo XXI", integra el conjunto de las contradicciones del capitalismo contemporáneo en una totalidad. Los socialismos indigenista, bolivariano o islámico constituyen una regresión teórica e histórica hacia el particularismo. En realidad, la reivindicación de la "continuidad revolucionaria" del trotskismo, como una recuperación de teoría y de práctica, colisiona con la evidente crisis del trotskismo, que no se reduce a su fragmentación. Trotski fue precisa¬mente quien advirtió que, si bien sus pronósticos triunfaban sobre el de sus adversarios, lo hacían por el lado negativo, o sea por sucesivas derrotas de la clase obrera. Así, la burocratización triunfaba sobre la revolución permanente; o el restablecimiento del capitalismo derrotaba a la alternativa de una revolución que restableciera los principios de un régimen de democracia socialista.
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